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10 de febrero

 

Marcos 8,1-10

En este pasaje, se nos dice que después de haber estado enseñando y sanando a la multitud durante tres días, Jesús se compadece de ellos porque no tienen qué comer. Sus discípulos le mencionan que están en un lugar desierto y que sería imposible encontrar suficiente comida para satisfacer a todos.

Jesús les pregunta cuánto pan tienen, y ellos responden que solo tienen siete panes. Jesús entonces toma los panes, da gracias a Dios, los parte y los da a sus discípulos para que los repartan entre la multitud. También reparte unos pocos peces que tenían.

Increíblemente, todos comieron y quedaron satisfechos, y los discípulos aún recogieron siete canastos llenos de sobras. La multitud había sido alimentada de manera milagrosa por el poder de Dios a través de Jesús.

Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, muestra el poder y la bondad de Jesús como proveedor. A pesar de estar en un lugar desierto y con pocos recursos, Jesús es capaz de multiplicar el pan y alimentar a una gran multitud. Esto demuestra su autoridad sobre la naturaleza y su capacidad para suplir nuestras necesidades.

En segundo lugar, esta historia destaca la importancia de confiar en Dios y poner nuestra fe en acción. Los discípulos inicialmente dudaron de la posibilidad de alimentar a la multitud, pero Jesús les mostró que nada es imposible para Dios. Él los desafió a confiar en Él y hacer lo que podían con los pocos recursos que tenían, y Dios hizo el resto.

Además, esta historia nos enseña el valor de la generosidad y el compartir. Jesús no solo alimentó a la multitud, sino que también involucró a sus discípulos en el proceso. Esto nos anima a ser instrumentos de bendición para los demás, a compartir lo que tenemos y confiar en que Dios puede multiplicar nuestras ofrendas.

Finalmente, esta historia nos invita a reflexionar sobre nuestra propia confianza en Dios como proveedor en nuestras vidas. A menudo nos encontramos en situaciones en las que pareciera que no tenemos suficiente para satisfacer nuestras necesidades, ya sea físicas, emocionales o espirituales.

Sin embargo, esta historia nos recuerda que si confiamos en Dios y ponemos lo que tenemos en sus manos, Él puede obrar milagros y suplirnos abundantemente.

Por último, la historia de Jesús alimentando a la multitud en el desierto nos enseña sobre el poder de Dios para proveer, la importancia de confiar en Él, el valor de la generosidad y el compartir, y nuestra necesidad de poner nuestra fe en acción. Nos desafía a confiar en Dios como nuestro proveedor y a confiar en que Él puede obrar milagros en nuestras vidas.

9 de febrero

 

Marcos 7,31-37

En este pasaje, Jesús se encuentra en la región de Decápolis, donde le llevan a un hombre que es sordo y tiene dificultad en el habla. La gente que trae al hombre a Jesús lo suplica para que le imponga las manos y lo sane.

Jesús toma al hombre aparte, le pone los dedos en los oídos y con su saliva le toca la lengua. Luego, levantando los ojos al cielo, suspira y pronuncia las palabras "Effatá", que significa "Ábrete".

Inmediatamente, los oídos del hombre se abren y se desata la atadura de su lengua, y comienza a hablar correctamente. La multitud queda asombrada ante este milagro y proclama: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, muestra el poder transformador de Jesús. El hecho de que pueda abrir los oídos de un sordo y desatar su lengua demuestra su autoridad sobre la enfermedad y su capacidad para realizar milagros.

En segundo lugar, esta historia destaca la importancia de la fe y la confianza en Jesús. El hombre sordo no solo fue llevado a Jesús por otros, sino que también mostró su disposición al permitir que Jesús actuara en él. Su fe y cooperación fueron fundamentales para recibir la sanidad.

Además, este pasaje enfatiza la compasión de Jesús hacia los que sufren. Él se toma el tiempo de atender personalmente al hombre y utiliza gestos simbólicos para comunicar su intención de sanarlo. Jesús no solo tiene el poder para sanar, sino que también se preocupa profundamente por el bienestar de las personas.

Esta historia nos invita a reflexionar sobre nuestra propia sordera y dificultad para hablar espiritualmente. A menudo, hay áreas de nuestras vidas en las que estamos cerrados a la voz de Dios y no podemos proclamar su mensaje con claridad. Sin embargo, si nos acercamos a Jesús con fe y permitimos que él actúe en nosotros, podemos experimentar su poder transformador y ser liberados de nuestras limitaciones espirituales.

8 de febrero

 

Marcos 7,24-30

En este pasaje, Jesús se encuentra en la región de Tiro y Sidón, un área que estaba fuera del territorio judío. Una mujer sirofenicia, cuya hija estaba poseída por un espíritu maligno, se acerca a Jesús en busca de ayuda.

La mujer sirofenicia, a pesar de no ser judía, reconoce el poder y la autoridad de Jesús y se postra ante él, pidiéndole misericordia para su hija. Sin embargo, Jesús responde de una manera desconcertante: "Deja que los hijos se sacien primero, porque no está bien tomar el pan de los hijos y lanzarlo a los perros".

A primera vista, esta respuesta podría parecer ofensiva y desalentadora. Pero la mujer sirofenicia no se da por vencida. Ella muestra una fe inquebrantable y, con humildad, responde: "Es cierto, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas de los hijos".

Con estas palabras, la mujer demuestra una profunda comprensión de la misericordia y el poder de Jesús. Ella sabe que incluso las migajas de su gracia son suficientes para sanar y liberar a su hija. Esta respuesta sorprendente y humilde toca el corazón de Jesús, quien declara: "Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija".

Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, nos muestra que la fe puede encontrar la gracia y la misericordia de Jesús en cualquier lugar y en cualquier momento. Aunque la mujer sirofenicia no era parte del pueblo judío, su fe y humildad fueron recompensadas.

En segundo lugar, esta historia resalta la importancia de la persistencia en la oración. A pesar de la respuesta aparentemente desalentadora de Jesús, la mujer sirofenicia no se rindió, sino que perseveró en su petición. Su determinación y fe inquebrantable fueron reconocidas y recompensadas con la sanidad de su hija.

Por último, este pasaje nos enseña sobre la inclusión y el alcance del amor de Dios. Jesús, al mencionar "los perros", estaba usando una metáfora comúnmente usada por los judíos para referirse a los gentiles. Sin embargo, la respuesta de la mujer sirofenicia ilustra cómo incluso aquellos considerados como "perros" pueden recibir la gracia y la misericordia de Jesús.

Este pasaje nos muestra la fuerte fe y persistencia de una mujer sirofenicia, así como la amplia misericordia y el amor inclusivo de Jesús. Nos invita a confiar en la gracia de Dios, a persistir en la oración y a reconocer que el amor de Dios trasciende cualquier límite cultural o étnico.

7 de febrero

 

Marcos 7,14-23

En este pasaje, Jesús se dirige a la multitud después de haber tenido un diálogo intenso con los fariseos sobre las prácticas de purificación y las tradiciones religiosas. Él les dice: "Nada que entre desde afuera puede hacer impuro al hombre; lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre".

Jesús está desafiando la perspectiva tradicional judía de que la impureza está determinada por los alimentos que se consumen o las prácticas externas de purificación. Él enseña que lo que realmente contamina a una persona proviene de su corazón y de sus acciones

Esta enseñanza es relevante para nosotros hoy en día. A menudo, nos enfocamos en aspectos externos como la apariencia, las posesiones materiales o incluso las prácticas religiosas superficiales, pensando que esto es lo que nos hace justos o impuros a los ojos de Dios.

Sin embargo, Jesús nos recuerda que lo que realmente importa es la condición de nuestro corazón. Son nuestras intenciones, nuestros pensamientos y nuestras acciones las que definen nuestra relación con Dios y con los demás.

Este texto también nos desafía a examinar nuestras propias motivaciones y deseos. ¿Estamos más preocupados por aparentar ser justos por fuera, o estamos cultivando una vida interior de integridad y amor hacia Dios y hacia los demás?

Además, esta enseñanza nos llama a estar conscientes de cómo nuestras palabras y acciones pueden afectar a los demás. Jesús menciona una lista de pecados que provienen del corazón, como la malicia, la fornicación, el adulterio, el robo, la avaricia y la maldad. Debemos esforzarnos por purificar nuestros corazones y buscar la transformación del Espíritu Santo que nos permita vivir en rectitud y amor.

En otras palabras, este pasaje nos invita a reflexionar sobre la importancia de la condición del corazón y las acciones que emanen de él. Nos desafía a buscar una vida interior de integridad y amor, conscientes de que es en nuestro interior donde se forja nuestra relación con Dios y con los demás. recordándonos también la responsabilidad de nuestras palabras y acciones.